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Encurtidos y frutos secos: combinan con vinos generosos, como los vinos de Jerez en sus variantes, los oporto y madeira pasados por barrica y el marsala italiano.
Quesos: en general, es posible asignar a los quesos tiernos y grasos los vinos blancos con cuerpo o bien secos ligeros, e incluso algo dulce que sea suave. Para los quesos azules, potentes de aroma y sabor, lo mejor es escoger tintos de tono ligero pero afrutado, o bien tintos medios, es decir variedades potentes, pero sin barrica. Por su parte, los quesos curados y muy curados aceptan los tintos potentes y maduros, pasados por barrica.
Ensaladas: van bien tanto el rosado como el blanco seco con aroma frutal, pero no los vinos con toque dulce.
Mariscos: los vinos blancos casan en general a la perfección con el marisco, incluso los dulces y florales como el Albariño. Desde blancos secos y ácidos, a otros untuosos y pasados por barrica, e incluso rosados.
Paellas y arroces: blancos ligeros y secos, con aromas frutales, pero no demasiado dulces. Otra opción es apostar por tintos ligeros de grado bajo.
Pescados: los pescados blancos combinan bien con los blancos secos ácidos o los rosados. Por su parte, los pescados grasos casan con vinos blancos mediterráneos o con tintos ligeros.
Carnes: las carnes rojas van perfectamente con vinos tintos curtidos y maduros; las carnes blancas maridan bien con vinos blancos secos, pero no ácidos; y las carnes frías funcionan muy bien con blancos secos y tintos ligeros.
Legumbres: son un gran maridaje para el vino tinto.
Postres dulces: para disfrutar de un momento dulce, es preciso elegir un vino dulce. Desde el moscatel, la mistela o la malvasía, pasando por un riesling alemán de grado, un sauternes francés o un tokaji húngaro son perfectos para los postres.
Chocolates y postres de cacao o café: en este caso, un vino potente y con cuerpo, no demasiado afrutado podría ser una elección adecuada. También los vinos dulces Pedro Ximénez hacen buen maridaje con el chocolate.
Fuente: Hola.